La batalla de las fuentes de información

17.07.2012 21:16

 

TP4-N°3
 

Hasta no hace mucho tiempo atrás, las fuentes de información para los periodistas estaban escondidas bajo siete llaves. Nadie sabía quiénes eran y se trabajaba de una forma más profesional, teniendo en cuenta que hoy cualquier individuo puede afirmar o negar determinados hechos o sucesos, apoyándose simplemente en un “tweet” de una persona.
Los tiempos cambiaron y está a la vista que las fuentes de información también. Son las mismas fuentes la que tienen su cara visible y son ellas la que directamente sacan a relucir sus propios datos.
Así, el Twitter pasó a ser una herramienta fundamental en la vida del comunicador, porque, como dijimos anteriormente, son las mismas fuentes la que publican la información. Hoy cualquier persona pública, mientras esté registrada en esta red social, puede publicar una determinada información y, automáticamente, se convierte en una fuente “altamente confiable”. Después, está en el periodista tratar de chequear ese dato para poder afirmar o no la noticia y hacerla circular. Estas son las nuevas fuentes de información, aunque algunas todavía resisten al paso del tiempo y al avance de las nuevas tecnologías.
Esta nueva era, la de la Internet 2.0, conlleva a que una noticia pueda ser puesta en agenda en cuestión de segundos: en la actualidad, tanto un celular como un Smartphone pueden ser los creadores de la información (si resulta verídica o no ya es objeto de otro análisis), y con tan sólo un click llegar a causar un efecto masivo que repercutirá en una cantidad importante de personas.
La agenda noticiosa es manejada por los grandes medios y son ellos los que manejan los tiempos de esta nueva información. Por eso, podemos afirmar que los tiempos han cambiado y que, por tal motivo, el periodismo de la vieja escuela ha sido vencido por uno dinámico y fugaz que hace y deshace sin importar de dónde puede conseguir la información, porque si la misma no resulta de alto impacto, se cambia y se prueba con otra. Así, instalar y mantener una noticia en la agenda mediática se aferra a intereses políticos, que son abalados por los grandes monopolios de información.