Por Luisina Quiroga y Juan Manuel Sáenz
El arroyo El Gato, de 35 kilómetros de longitud, cruza de oeste a este el partido de La Plata y Ensenada, desde su nacimiento a la altura de los barrios El Futuro y El Molino de Melchor Romero, hasta su desembocadura en el Río Santiago. Son 380 mil las personas que habitan en su cuenca, muchas en asentamientos precarios.
El mismo recibe residuos de municipios aledaños como Berisso, Ensenada, La Plata, Brandsen y Magdalena ingresando aproximadamente 27.700 toneladas por mes, equivalentes a 1.060 toneladas de residuos diarios, de los que se perciben sólidos domiciliarios e industriales asimilables a los domiciliarios
Este curso de agua recibe vuelcos cloacales, efluentes industriales, lixiviados del CEAMSE y descargas pluviales de dichas partes de la ciudad, es el motivo por el cuál que no tiene vida, ya que el agua carece de oxígeno suficiente y evidencia contaminación con organismos coliformes, de origen fecal. También contiene alta concentración del anión nitrato disuelto en la superficie, así como elevada presencia de hidrocarburos y detergentes.
A modo de hipótesis, planteamos que la endémica inoperancia estatal, por un lado, ante la ausencia de planes de saneamiento precisos y satisfactorios como también proyectos inclusivos socialmente para con el cuidado del arroyo, y la falta de responsabilidad ambiental de las empresas que rodean al arroyo han permitido que este cauce de agua, por sus elevados niveles de contaminación, se haya convertido en un símil del Riachuelo.
Cabe rescatar, sin embargo, que han existido algunos intentos estatales aunque esporádicos en tanto saneamiento del arroyo: En febrero de 2009 se colocó una barrera flotante, en dos secciones, a metros del puente de 7 y 514. Desde entonces se recogieron más de 600 toneladas de toda clase de desperdicios, merced a un convenio por el que el Ceamse aporta los dispositivos y la Comuna financia la mano de obra y la disposición final del material recolectado.
Está claro, entonces, que no han servido los estudios profundos realizados años atrás por profesionales de la Universidad Nacional de La Plata y tampoco las múltiples constataciones verificadas por organismos responsables de la Provincia y de las comunas de La Plata y Ensenada. Es verdad que han tenido el valor de ofrecer diagnósticos precisos acerca de la magnitud de la degradación y de la necesidad de concretar urgentes medidas de saneamiento. Pero, pese a todo, con el transcurso del tiempo, el arroyo El Gato se muestra cada vez más contaminado, cada vez más riesgoso para la salud de miles de pobladores, muchos de ellos también responsables de la contaminación existente.